El verdadero super-hombre y el cuerpo de resurrección

may 1, 2022
Por Leonardo M. // Ritual y Propaganda
№ 20

Estimado lector,

Una de las verdades extraordinarias de la resurrección de Jesús es la promesa de que los cuerpos de los que confían en Él también resucitarán un día, como cuerpos nuevos y remodelados, aptos para la eternidad. A medida que envejecemos, esto es algo que puede darnos que pensar cada mañana. Nuestra cercanía con la muerte nos hace comprender en el poder de YHWH y el significado de la vida eterna (Daniel 12:2). ¿Qué nos espera detrás de esta promesa?

Muchas personas buscarán evitar la muerte a través de las promesas de la ciencia. El transhumanismo, que desea fusionar el cuerpo con la tecnología y prolongar la vida, es una de ellas, así como la migración de la consciencia a una computadora. El objetivo a largo plazo es la simbiosis humana con la inteligencia artificial. La Biblia parece sugerir que la Marca de la Bestia será un tipo de tecnología transhumanista, añorada por la humanidad de ese tiempo. Pero tal tecnología fallará, se pondrá en contra de sus huéspedes humanos generándoles yagas (Apocalipsis 16:2) y, en un sentido tortuoso, quitándoles la capacidad de morir (Apocalipsis 9:6).

silueta de un cuerpo resucitado y perfecto

La emergente popularidad de los superhéroes, los antiguos dioses de las mitologías, han hecho deseable tales capacidades superhumanas y venden sus beneficios inmediatos en la forma de una nueva idolatría. Existe una campaña engañosa de que Satanás, a través de la tecnología y la ciencia, puede hacernos superhombres. Irónico que las personas buscan librarse de la muerte, pero ignoran al único que tuvo el poder de vencerla, Jesús de Nazaret.

En 1 Corintios 15, el apóstol Pablo, discute y defiende la resurrección de Jesús, a la vez que describe como serán tales cuerpos futuros:
“Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?"
—1 Corintios 15:35
"Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”
—1 Corintios 42-49
Si bien la Biblia no cubre cada detalle, nos da una idea básica de cómo serán. Sabemos que serán como el cuerpo resucitado y glorificado de Jesús. Pablo lo describe en Filipenses:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
—Filipenses 3:20-21
Juan también escribe sobre esto:
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como Él es.”
—1 Juan 

¿Cómo era el cuerpo resucitado de Cristo? El Nuevo Testamento muestra que comió. Fue reconocido por sus discípulos respecto a su apariencia anterior. No estaba limitado por el espacio. En dos ocasiones separadas, Jesús atravesó las paredes de la habitación donde se reunían los discípulos (Juan 20:19-26) y logró romper las reglas de la gravedad a elevarse hacia los cielos (Hechos 1:9-11), y se describe que volverá de la misma forma (Apocalipsis 19:11). Entendiendo esto podemos concluir ciertos aspectos sobre los cuerpos futuros resucitados:

  • Nunca estarán sujetos a enfermedad, deterioro o muerte. Serán imperecederos. Nuestros cuerpos presentes nacen con fecha de caducidad, pero nuestros cuerpos futuros nunca se desgastarán.
  • Se adaptarán perfectamente a nuestro nuevo entorno, el entorno de Dios. Serán cuerpos “celestiales”.
  • Cada uno será único y diverso entre sí. Tal cual las diferentes estrellas y planetas únicos con diversos grados de gloria, manteniendo una singularidad.
  • No vivirán bajo las leyes físicas regulares de la Tierra, sino que las trascenderán.
  • Será una fortaleza invencible. Nunca se cansará, nunca se desgastará y nunca cederá al pecado.
  • Serán espirituales. Esto no significa que no serán reales o físicos, significa que tal cuerpo permitirá expresar plenamente nuestra naturaleza espiritual.
  • Tendrán continuidad con nuestro cuerpo actual, sin embargo, expresando un gran cambio.
Tal transformación masiva de todos los que confían en Cristo también están descritas por Pablo en 1 Tesalonicenses 4:15-17 y lo discute de nuevo en 1 Corintios 15:50-53.
"Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad."
—1 Corintios 15:50-53
La Biblia tampoco dice explícitamente qué edad tendremos o pareceremos tener en la resurrección, por lo que responder a esta pregunta requiere especulación. Sabemos que Dios creó a Adán y Eva como adultos, es decir, no fueron creados como niños que pasaron por las etapas normales de desarrollo.

Presuntamente, Adán y Eva fueron creados en la etapa óptima de desarrollo físico, porque Dios declaró que eran “buenos” (Génesis 1:31). Además, cuando Jesús murió, a los treinta años, resucitó en la flor de su desarrollo físico. Cuando resucitó, regresó en un cuerpo que sus seguidores podían reconocer (Lucas 24:31), por lo que debe haber parecido tener aproximadamente la misma edad que tenía cuando murió.

Si bien esto no significa que nuestro cuerpo se verá como cuando teníamos treinta años, sí significa un cuerpo perfecto. No habrá absolutamente ninguna deformidad. Lo que podemos decir con seguridad es que el Señor nos proporcionará un cuerpo que refleje cómo nos veíamos en la perfección de nuestra vida terrenal.

Cualquiera que sea la composición exacta y la apariencia de nuestros nuevos cuerpos, debemos recordar y regocijarnos de que la resurrección de Jesús es la base de nuestra esperanza de que algún día recibiremos un nuevo cuerpo apto para su presencia.

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Leonardo M.

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