Por Leonardo M. // Ritual y Propaganda
№ 24
Estimado lector,
Antes de la invenciĆ³n de la imprenta, los escribas copiaron las Escrituras a
mano por mĆ”s de 1,000 aƱos. Sin lentes, y a la luz de una vela ¿Es posible que
esto haya salido mal? Muchos crĆticos y autores han salido a decir que este
escenario es real y por tanto la Biblia no es de fiar. Con estas cuestiones en
mente, veamos la historia de los textos bĆblicos para ver que nos dicen los
registros histĆ³ricos.
Probablemente los Evangelios se escribieron entre 35 y 75 aƱos despuĆ©s de la muerte de JesĆŗs, la historia sugiere que las fuentes de los Evangelios del Nuevo Testamento fueron testigos oculares de la vida de JesĆŗs. El Evangelio de Marcos surgiĆ³ alrededor del aƱo 65 d.C; los Evangelios segĆŗn Mateo y Lucas comenzaron a circular aproximadamente una dĆ©cada despuĆ©s. El Evangelio de Juan parece haber sido escrito alrededor del aƱo 90 d.C. El surgimiento del Evangelio de Marcos, solo 30 aƱos despuĆ©s de la muerte de JesĆŗs, hace posible que los Evangelios hayan sido escritos por testigos presenciales.
EVANGELIO | FECHA (Aproximada) |
FUENTE |
---|---|---|
Marcos | 65 d.C. | Pedro, escrito por Marcos |
Mateo | 75 d.C. | Mateo |
Juan | 75 d.C. | Lucas, compaƱero de Pablo |
Lucas | 90 d.C. | Juan |
TambiĆ©n tenemos la preservaciĆ³n no escrita. En una cultura que transmitĆa
informaciĆ³n oralmente, era posible que las historias siguieran siendo
fiables durante perĆodos de tiempo notablemente largos. Especialmente
entre los antiguos judĆos, las enseƱanzas importantes se decĆan y volvĆan
a contar en patrones rĆtmicos y repetitivos para que los estudiantes
pudieran memorizar las verdades clave. De esta forma, fue posible que las
enseƱanzas y los relatos de eventos histĆ³ricos permanecieran
sorprendentemente consistentes de
una generaciĆ³n a otra.
Recordemos tambiĆ©n que los Rollos del Mar Muerto demostraron cuĆ”n cuidadosamente se habĆa copiado el Antiguo Testamento a lo largo de los siglos. Alrededor del aƱo 900 d.C; casi un milenio despuĆ©s de la Ć©poca de JesĆŗs, grupos de escribas judĆos conocidos como masoretas comenzaron a copiar los textos del Antiguo Testamento de acuerdo con pautas estrictas. Hasta el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, estos textos masorĆ©ticos eran los mĆ”s antiguos disponibles. Cuando se desenterraron los Rollos a mediados del siglo XX, los eruditos hicieron una comparaciĆ³n del texto de IsaĆas de los Rollos del Mar Muerto versus el texto de IsaĆas conservado por los masoretas.
Aunque mĆ”s de 1000 aƱos los separaban, ambos textos coincidĆan palabra por palabra mĆ”s del 95% de las veces. Las diferencias restantes surgieron principalmente de variaciones ortogrĆ”ficas menores. Incluso los rollos que difieren un poco mĆ”s que los rollos de IsaĆas, por ejemplo, las copias de 1 y 2 Samuel y Deuteronomio, no difieren de ninguna manera que afecte alguna creencia judĆa o cristiana crucial.
El papiro 52 de John Rylands registra porciones de Juan 18. El estilo de escritura y el material sugieren que este fragmento fue copiado alrededor del aƱo 110 d.C.
Debemos saber que con mĆ”s de 5.700 manuscritos y fragmentos del Nuevo Testamento a nuestra disposiciĆ³n, serĆa imposible que alguien hubiera modificado partes importantes del Nuevo Testamento sin que los cambios se notaran fĆ”cilmente. En los pocos casos en que se intentaron cambios, el texto original puede ser restaurado fĆ”cilmente examinando los manuscritos mĆ”s antiguos del Nuevo Testamento.
Debemos saber que con mĆ”s de 5.700 manuscritos y fragmentos del Nuevo Testamento a nuestra disposiciĆ³n, serĆa imposible que alguien hubiera modificado partes importantes del Nuevo Testamento sin que los cambios se notaran fĆ”cilmente. En los pocos casos en que se intentaron cambios, el texto original puede ser restaurado fĆ”cilmente examinando los manuscritos mĆ”s antiguos del Nuevo Testamento.
Si bien es cierto que Atanasio fue el primer autor en enumerar exactamente los mismos 27 libros que encontramos hoy en el Nuevo Testamento. Desde el principio, los cristianos aceptaron unĆ”nimemente los cuatro Evangelios, Hechos, las cartas de Pablo y la primera epĆstola de Juan. Aunque las disputas sobre algunos libros del Nuevo Testamento duraron hasta el siglo IV, existiĆ³ un acuerdo generalizado entre los cristianos sobre quĆ© escritos tenĆan autoridad desde el siglo I en adelante. El estĆ”ndar principal era este: El testimonio de los testigos presenciales del SeƱor resucitado. Desde el principio, el testimonio autorizado sobre Jesucristo tenĆa que tener su fuente en los testigos que presenciaron a JesĆŗs. Las personas con mayor probabilidad de saber la verdad eran los testigos presenciales que se habĆan encontrado con JesĆŗs personalmente o sus asociados cercanos.
Aunque los debates continuaron hasta el siglo IV sobre algunos escritos, incluyendo las cartas de Pedro, la 2da y 3ra carta de Juan, y las cartas de Santiago y Judas, los cristianos universalmente estuvieron de acuerdo sobre la autoridad de no menos de 19 de los libros del Nuevo Testamento, y estos son los escritos que reflejan algunas de las verdades mĆ”s esenciales acerca de JesĆŗs.
Al decidir quĆ© escritos del Antiguo Testamento aceptar, los cristianos adoptaron la misma lista de libros que el pueblo judĆo. Cuando se tradujo la Septuaginta, una versiĆ³n popular en griego de las Sagradas Escrituras judĆas, alrededor del aƱo 200 a.C., los traductores incluyeron algunos escritos judĆos que nunca aparecieron en las Escrituras hebreas y que los rabinos judĆos rechazaron alrededor del aƱo 90 d.C. Las iglesias catĆ³lica romana y ortodoxa oriental reconocen estos libros adicionales de la Septuaginta como autorizados; estos escritos aparecen en las Biblias catĆ³lica romana y ortodoxa oriental como "deuterocanĆ³nicos" o libros "apĆ³crifos".
Arriba, los sermones del teĆ³logo OrĆgenes de AlejandrĆa del siglo III reconocieron claramente la autoridad de los escritos del Nuevo Testamento.
Aunque los manuscritos originales de los autores bĆblicos se han perdido, probablemente para siempre, las copias que poseemos hoy reflejan fielmente el mensaje inspirado de los autores originales. Los antiguos no veĆan ninguna razĆ³n para reverenciar los manuscritos originales de personas importantes y, una vez que los documentos se desgastaban demasiado para leerlos con facilidad, no conservaban los manuscritos originales. En cambio, hacĆan copias confiables y quemaban o enterraban los originales. De vez en cuando, se raspaba la tinta del original y se reutilizaba el pergamino.
En Egipto se han encontrado muchas porciones del Nuevo Testamento que fueron copiadas entre los aƱos 100 y 200 d.C; es muy posible que los escribas copiaran al menos algunos de estos documentos de los manuscritos originales. Sin embargo, lo que mĆ”s importa no es la antigĆ¼edad de los manuscritos existentes, sino su fiabilidad. Cuando se comparan los manuscritos, concuerdan completamente en un 99% de las veces.
La Biblia ha resistido miles de intentos desacreditar su autoridad, y sin embargo, ninguno ha tenido Ć©xito. La verdad y la autoridad de las Escrituras se mantienen firmes, a pesar de todo intento de hacerlas ineficaces ¿Se puede confiar en la Palabra de Dios? Absolutamente.
Gracias por leer el newsletter de esta semana. No olvide compartir el material con sus familiares y cercanos.
Leonardo M.
Aunque los manuscritos originales de los autores bĆblicos se han perdido, probablemente para siempre, las copias que poseemos hoy reflejan fielmente el mensaje inspirado de los autores originales. Los antiguos no veĆan ninguna razĆ³n para reverenciar los manuscritos originales de personas importantes y, una vez que los documentos se desgastaban demasiado para leerlos con facilidad, no conservaban los manuscritos originales. En cambio, hacĆan copias confiables y quemaban o enterraban los originales. De vez en cuando, se raspaba la tinta del original y se reutilizaba el pergamino.
En Egipto se han encontrado muchas porciones del Nuevo Testamento que fueron copiadas entre los aƱos 100 y 200 d.C; es muy posible que los escribas copiaran al menos algunos de estos documentos de los manuscritos originales. Sin embargo, lo que mĆ”s importa no es la antigĆ¼edad de los manuscritos existentes, sino su fiabilidad. Cuando se comparan los manuscritos, concuerdan completamente en un 99% de las veces.
La Biblia ha resistido miles de intentos desacreditar su autoridad, y sin embargo, ninguno ha tenido Ć©xito. La verdad y la autoridad de las Escrituras se mantienen firmes, a pesar de todo intento de hacerlas ineficaces ¿Se puede confiar en la Palabra de Dios? Absolutamente.
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