Guardando irreprensible el cuerpo, el alma y el espíritu

feb 5, 2023
Por Leonardo M. // Ritual y Propaganda
№ 52

Estimado lector,

Para comprender íntegramente la repercusión de la muerte de Cristo en la cruz, debemos entender nuestro estado vigente y quienes somos como creación de Dios. Pablo enseña que estamos compuestos de tres partes: cuerpo, alma y espíritu.
"Que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que guarde irreprensible todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de nuestro Señor Jesucristo."
–1 Tesalonicenses 5:23
Esta composición también se evidencia al momento de la creación y la infusión de vida por parte de Dios (Génesis 2:7). No olvidando que cada parte tiene un propósito importante, el espíritu da al hombre la conciencia de Dios, el alma contiene nuestra propia consciencia, y el cuerpo nos da la conciencia del mundo que nos rodea.

El espíritu viene por el aliento de vida, haciendo un símil con el comportamiento del viento (Juan 3:8). Pero el nuestro no es el único espíritu. La Biblia registra cinco tipos de espíritus, el de Dios (Juan 4:24), el del hombre, el de los animales (Eclesiastés 3:21), el de los demonios (Mateo 12:43) y el de los ángeles (Hebreos 1:7).

A causa de la caída de la primera pareja en el Edén, todos llegamos al mundo con el espíritu muerto, debido al pecado que heredamos de Adán, el cuerpo nace corrompido, pero peor aún, el espíritu nace muerto (Efesios 2:1). Luego de fallecer, el espíritu del hombre regresa a Dios, por lo que debemos hacer una clara distinción entre el espíritu y el alma.

El alma es la personalidad del hombre (Salmos 42:2; Jeremías 31:25), su mente, o lo que secularmente se denomina "psicología". Pero llega a ser muy interesante de que el alma posee funciones similares a la del cuerpo físico, evidenciándose en la historia post muerte de Lázaro y el hombre rico (Lucas 16:19-31).

Las almas de Lázaro como del hombre rico tienen ojos y una clara percepción de su entorno. Tienen boca para comunicarse y el rico una lengua que le produce sed, así como la capacidad de sufrir consuelo o tormento. Esta historia evidencia que el alma tiene una replica exacta de las funciones corporales en su totalidad.
"Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama."
–Lucas 16:22-24
Pero lo más importante es que el alma es eterna, una vez que morimos, deja atrás el cuerpo físico para ir a uno de dos lugares: el cielo o el infierno. El alma es lo que Jesucristo salvó en el calvario, por lo que ser salvo esta en referencia directa al destino eterno del alma, no al del cuerpo o al del espíritu.

El cuerpo, por otro lado, se forma en el nacimiento, resultando en un hombre o una mujer. Sus complejas funciones hacen que sea una maravilla de la creación (Salmos 139:13-16), pero debemos entender que actualmente el cuerpo fue corrompido por el pecado (Romanos 6:12), lo que hace que tarde o temprano termine en una tumba y se vuelva polvo (Génesis 3:19).

  1. Teniendo entendimiento de las tres partes, vemos como el amor de Dios se manifiesta, en que el Hijo del Hombre bajo del cielo para restaurar estos tres aspectos de cada ser humano: A través de creer en el sacrificio de Jesucristo (Efesios 2:1), nuestro espíritu es regenerado, o renacido al estado previo a la caída. Es decir, 'nacemos de nuevo' porque nuestro espíritu estaba muerto. Cuando Jesús le explica esto a Nicodemo (Juan 3:1-12), Nicodemo creía que Él se refería a nacer de nuevo desde el vientre de su madre (nacer del agua) pero Jesús le aclara que tal nacimiento no es físico, sino que es un nacimiento íntegramente espiritual (Juan 3:6).
  2. Por medio de Cristo nuestra alma ya no va al Hades (infierno), sino que va al cielo, a la presencia de Dios. El alma es cortada del cuerpo en lo que se describe como una circuncisión espiritual, hecha sin manos humanas (Colosenses 2:11). El cuerpo de pecado es removido, lo quiere decir que las consecuencias del pecado no llegan al alma.
  3. El cuerpo físico corruptible se volverá en incorrupción cuando Cristo vuelva en el arrebatamiento de la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:17), donde seremos transformados y obtendremos cuerpos físicos celestiales aptos para la eternidad. El cuerpo que se oxida y descompone dejará de existir para el creyente.
En nuestra labor de ser cada día más como Cristo, es decir, en el crecimiento de la madurez cristiana, aprendemos a que nuestra alma siga más al espíritu que al cuerpo. La naturaleza que teníamos de ser esclavos de los deseos carnales va diluyéndose para ser más influenciado por el Espíritu del Señor. En resumen, una restauración total.

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Leonardo M.

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